A todos mis lectores hoy les digo que este post no estará enfocado a ningún tema relacionado con el apasionante mundo de las comunicaciones corporativas. He decidido escribirle a un ser muy especial, la personita que cambió mi vida para convertirme en mejor mujer, persona y profesional… A quienes aburra con este post, les prometo que volveré con contenido 360º la próxima semana, por ahora, conocerán un poco más de mi apasionante vida personal…
Hijo, ¡hace tres años te conocí!
Hoy escribo estas letras porque quiero que mi hijo sepa lo que sentí por él cuando lo conocí. No estoy segura en qué momento leerá este mensaje, pero supongo que será cuando tenga la suficiente edad para comprender que siempre has sido y serás el motor de mi vida.
Cuando supe que estaba embarazada sentí mucho miedo, pero a la vez mucha emoción y alegría. Miedo a lo desconocido, a la responsabilidad, a no saber actuar y guiar… siendo realistas, ese sentimiento me acompaña en muchos momentos actuales, relacionados con tu vida… Emoción y alegría, porque pasó mucho tiempo desde el momento en que decidí ser madre y hacerlo realidad, estabas ahí, al lado mío y eras una parte de mi cuerpo y mi alma.
Fue un embarazo tranquilo y bonito, aunque los primeros meses tuve que aplicarme inyecciones en la barriga y tomar medicamentos para asegurar tu bienestar, y mientras te desarrollabas dentro de mí, construí nuestra vida juntos. Hice muchos planes, y aún los hago porque quiero vivir cada instante del tiempo disfrutando y aprendiendo de ti.
En mis noches, durante la oración, le pedía a Dios que nacieras bien. Mi meta era tener un niño sano, activo, feliz y amoroso. Pedí mucho por tu salud y porque fueras un espíritu libre. Un niño que no le temiera a lo desconocido y que enfrentara con valentía y sabiduría los retos que aparecieran en tu vida.
Te amé desde el instante que decidiste conocerme, aquel 5 de octubre a las 11.15 am. Pienso que estabas destinado a ser mi hijo y yo tu madre, pues nos conectamos de inmediato, y aunque paso seguido a tu nacimiento viví un proceso doloroso por la depresión posparto y el hecho de verte pegado a un cilindro de oxigeno, nunca deje de pensar en lo maravilloso que era celebrar la vida y evolucionar para ser madre.
Aumenté 12 kilos durante el embarazo, mi cuerpo quedo diferente, como suele pasar después de esta etapa de vida… y aunque pueda ser irrelevante para muchos, debo confesarte que aún no me lleno de coraje para aceptarme físicamente y hago miles de cosas para lucir diferente… mi familia dice que exagero, pero ya estoy trabajando para internalizar que traje al mundo una vida, y es un acontecimiento de mujeres valientes ¡Yo soy una!
Mi adorado Pedazo, cada paso que doy en la vida lo hago siempre pensando en ti y en tu bienestar. No fui, soy o seré la madre perfecta, pero si te aseguro que encontrarás en mi un ser que se esfuerza porque te ama y te amará desde y hasta siempre.
Así que recuerda: hace tres años te conocí y fue el día más feliz de mi vida, porque ese día nací contigo.